jueves, 24 de noviembre de 2016

A unas, las mató el insulto
y el desprecio, culpables
de no saber cocinar un puchero.

Otras, asesinadas a cuchillo,
quemadas con ácido, vendidas como vacas.
A unas, las ejecutaron por valientes,
a otras, las mató el silencio y el miedo.

Muchas, muertas en vida
por ese amor que le contaron,
por religión, por sexo,
por falta de recursos, por celos,

por no estar solas, por vergüenza,
por la indiferencia de los demás,
todas, por muerte institucional
y por esos que decían quererlas.

«Porque era mía»
«¡por mis cojones!»,
palabras lápida, luto, estigma y duelo.

Círculo de violencia que nadie rompe.
Todos son muy poco hombres.
Todas son mujeres cero.


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